¿Steve Jobs: Ingeniero O Mesias?

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Por hilario.martinez@auraconsulting.es

¿Quién no ha oído hablar de Steve Jobs? Hoy todo el mundo lo pone como referencia de Empresario de éxito y de ejemplo de vida con sentido…

Desde luego para él, la tuvo como refleja en su famosa conferencia en Stanford .

La empresa más exitosa y mediática del momento fue constituida en 1976 por dos estudiantes de electrónica apasionados por las posibilidades de la microinformática: Steve Jobs y Steve Wozniak.

Una pareja que se complementó de modo muy creativo, siendo Wozniak la parte más técnica y Jobs la parte más negocio.

Ambos estudiaron, Ingeniería (o equivalente) y cada uno plasmó su visión en su vida.

En Wikipedia, Jobs es definido como Informático y Empresario, en cambio Wozniak aparece como Ingeniero, Filántropo e inventor.

Aquí tenemos dos destinos muy distintos para unos estudios de Ingeniería.

Woz, el genio técnico, siempre inventando nuevos dispositivos y disfrutando con las nuevas posibilidades.
Jobs, el genio mediático, siempre pensando en cómo revolucionar la vida de las personas.
El primero, inventor reconocido por sus iguales.
El segundo, adorado como mesías tecnológico (incluso social) por millones de personas.

Esta comparación me trae a la memoria un cuento que se transmite de coach en coach (a mi me llegó de mi maestro Paco Yuste).

“Cuenta la leyenda que un viajero francés realizaba a caballo el Camino de Santiago y que al pasar cerda Miranda de Ebro, en la confluencia de las actuales provincias de Burgos, Logroño y Vitoria, avistó una cantera.

Observador avezado, se quedó perplejo al contemplar a tres canteros que afanosos realizaban el mismo trabajo, el mismo trabajo, con una actitud bien diferente en cada uno de los tres. Detuvo su montura y observó más atentamente, para intentar comprender qué hacía que cada uno se condujera de manera tan dispar.

El primer cantero se paraba constantemente durante la realización del trabajo, se quejaba, vociferaba y maldecía asqueado.
El segundo se mostraba silencioso, ensimismado, y como el anterior, utilizaba las herramientas propias de los canteros, pico, cincel, escoplo y martillo, para dar forma a las piedras que arrancaba de la tierra. Sus paradas no iban acompañadas de quejas, sólo de una atención concentrada para comprobar la calidad de su propio trabajo.
El tercer cantero, como los anteriores, también arrancaba, cincelaba, comprobaba… pero entonando una alegre canción, ensimismado en su trabajo. Sus paradas de comprobación iban acompañadas de gestos claros de interpretar: se sentía satisfecho de lo que hacía.

La aparente disonancia hacía que el viajero francés se fijara con más ahínco en los canteros, tratando de evaluar cualquier gesto o circunstancia que le diera la clave de sus desiguales comportamientos. Nada. Incluso preguntando a los demás sus orígenes comprobó que los tres habían aprendido a picar piedra en las famosas canteras de Padua y con los mismos maestros. Pasando un tiempo se rindió. No comprendía, así que decidió preguntarles.

Se dirigió al primer cantero y le pregunto: “¿Qué hace usted?”. El cantero le miró de soslayo escéptico del interés del viajero. Le explicó entre dientes qué pasaba. Del alba al anochecer, la jornada de trabajo siempre era igual, haciendo lo mismo, día a día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Se llovía se mojaba. Si hacía sol, se tostaba. Maldecía su mala suerte.
El segundo cantero se sorprendió de la pregunta, “¿Que qué hago?” y le explicó cómo daba forma a las piedras que arrancaba. Se preocupaba de manera casi obsesiva de las piedras quedaran en forma cúbica. Y diciendo esto, continuó.
El tercer cantero había escuchado las conversaciones, ya le esperaba, lo recibió con una sonrisa y antes de que el francés pudiera decir nada, se anticipó contestándole con evidente satisfacción. “Estamos construyendo la Catedral de Burgos” – dijo – y siguió con su trabajo y sus canturreos.

¿Qué hace por tanto la diferencia?

El primero se centraba en el QUÉ. Conocía su trabajo y lo repetía monótonamente día a día. Solo estaba ganándose la vida.
El segundo estaba focalizado en el CÓMO. La razón de su trabajo era su propio resultado. La perfección su objetivo. Disfrutaba de la satisfacción del trabajo bien hecho.
El tercero en cambio esta focalizado en el PARA QUÉ. Tenía la visión clara de lo que deseaba conseguir y lo que dejaría a los demás. Disfrutaba del legado que construía y su transcendencia.

¿Donde crees que encajan Jobs y Wozniak?

¿Puedes ver como cada uno ha construido su vida en base a sus motivaciones y sus sueños?

La Catedral de Burgos se terminó hace muchos años y sigue ahí como ejemplo del trabajo de aquellos picapedreros. Es muy probable que Apple no dure tantos años, que el Iphone sea una reliquia dentro de una década y que nos movamos con otros productos y tecnologías. Sin embargo es muy probable que el nombre de Jobs quede como ejemplo de un PARA QUÉ, de un modo de picar piedras que cambió el mundo.

Por cierto ¿Qué tipo de picapedrero eres tú?

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Hilario Martinez

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