“En este momento, en el lugar preciso en que usted se encuentra, hay una casa que lleva su nombre. Usted es su único propietario, pero hace mucho tiempo que ha perdido las llaves. Por eso permanece fuera y no conoce más que la fachada. No vive en ella. Esa casa, albergue de sus recuerdos más enterrados, más rechazados, es su cuerpo” (Thérèse Bertherat)
Leo el párrafo una y otra vez y me maravillo de lo preciso y veraz que es. Todos tenemos un cuerpo al que lavamos, perfumamos, vestimos y en muchos casos maltratamos pero al que apenas conocemos.
Hace unos días he empezado a asistir a clases de pilates y una frase de la profesora…[SignupToUnlock showsidebar=”NO” sidebartemplate=”Select Sidebar Template” pagetemplate=”template8″ dapproductid=”4″ submiturl=”/dap/dap_wordpress_signup_submit.php” redirecturl=”” termslink=”%20%3Ca%20href%3D%27http%3A//YOURSITE.com/terms%27%20target%3D%22_blank%22%3E%3Cspan%20style%3D%22color%3A%20red%3B%22%3ETerms%20and%20Conditions%3C/span%3E%3C/a%3E%0A%20%20%20%20%20%20%20%20%20″ submitsuccessmsg=”Muchas%20Gracias%20por%20completar%20el%20formulario.” firstnamemissing=”Disculpa%2C%20falta%20tu%20Nombre.%20Por%20favor%20introduce%20tu%20nombre%20para%20continuar.” emailmissing=”Disculpa%2C%20falta%20tu%20Correo%20Electronico.%20Por%20favor%20introduce%20lo%20para%20continuar.” tandcalert=”Por%20favor%2C%20marca%20la%20casilla%20de%20Aceptas..” cookieexpdays=”999″ msg=”%3Cdiv%20id%3D%22dap8-sign-up-form%22%3E%0A%3Ch3%3E%26iexcl%3BReg%26iacute%3Bstrate%20y%20lee%20el%20resto%20del%20art%26iacute%3Bculo%21%3C/h3%3E%0A%3Cform%20id%3D%22formdap8%22%20class%3D%22dap8-form%22%20action%3D%22%22%20name%3D%22formdap8%22%3E%3Cinput%20id%3D%22first_name_dap%22%20class%3D%22dap8-input-name%22%20onfocus%3D%22if%20%28this.value%20%3D%3D%20%27Nombre%27%29%20%7Bthis.value%20%3D%20%27%27%3B%7D%22%20onblur%3D%22if%20%28this.value%20%3D%3D%20%27%27%29%20%7Bthis.value%20%3D%20%27Nombre%27%3B%7D%22%20type%3D%22text%22%20name%3D%22first_name_dap%22%20value%3D%22Nombre%22%20/%3E%20%3Cinput%20id%3D%22email_dap%22%20class%3D%22dap8-input-email%22%20onfocus%3D%22if%20%28this.value%20%3D%3D%20%27Correo%20Electronico%27%29%20%7Bthis.value%20%3D%20%27%27%3B%7D%22%20onblur%3D%22if%20%28this.value%20%3D%3D%20%27%27%29%20%7Bthis.value%20%3D%20%27Correo%20Electronico%27%3B%7D%22%20type%3D%22text%22%20name%3D%22email_dap%22%20value%3D%22Correo%20Electronico%22%20/%3E%3Cbutton%20id%3D%22complete%22%20class%3D%22dap8-btn%22%20name%3D%22complete%22%20type%3D%22submit%22%3E%26iexcl%3BContinua%21%3C/button%3E%3Cinput%20id%3D%22productId%22%20type%3D%22hidden%22%20name%3D%22productId%22%20value%3D%224%22%20/%3E%3C/form%3E%0A%3Cdiv%20class%3D%22clearfix%22%3E%26nbsp%3B%3C/div%3E%0A%3C/div%3E” ] me ha traído a la memoria el párrafo anterior: “Vais a conocer músculos de vuestro cuerpo que ni siquiera sabíais que teníais.
Un párrafo y una frase me enfrentan con un hecho patente y, diría que vergonzante: no conozco mi propio cuerpo tan exhaustivamente como debiera así que la perspectiva de que las clases de Pilates amplíen mi conocimiento es ya lo suficientemente atractiva.
Pero lo que espero de ellas, fundamentalmente, es que me ayuden a mejorar mi tono muscular ya que desde hace unas semanas tengo la impresión de que estoy “maltratando” gravemente mi musculatura y me he empezado a preguntar si, pasados los 50 años, las consecuencias no serán fatales.
Me ha dado por reflexionar en ello (posiblemente por eso, porque tengo el cuerpo dolorido ) y me pregunto, ¿cuándo empezamos a pensar en nuestro cuerpo, en su bienestar, en su cuidado interno, en su conocimiento?
Pasamos niñez, juventud y parte de la madurez usándolo sin compasión, nos levantamos y nos acostamos sin un pensamiento hacia ese todo que tenemos a nuestro servicio para movernos, sentir, comunicarnos e incluso reproducirnos. No le dedicamos un solo pensamiento salvo si algo nos duele. ¡Ah! entonces sí que necesitamos saber inmediatamente quién es y por qué.
Nos dejamos embobar por máquinas electrónicas o mecánicas y no nos admiramos cada día de ser poseedores de la “maquinaria” más perfecta y maravillosa que se haya creado nunca. No nos sorprende el prodigio de nuestras manos ( ¿cuántas cosas somos capaces de hacer con las manos?), el milagro de poseer ojos y oído (quienes tenemos ese privilegio) lo hermosa que puede llegar a ser una voz…
Por eso estoy empezando a mirar mi cuerpo con gratitud, primero por tenerlo sano y en su totalidad, después porque gracias a él tengo una vida plena y feliz. Que sea más bonito o más feo debería ser la última de las preocupaciones.
Miro mis pies por ejemplo, con los años están cada vez más feos, ese era el pensamiento que me inspiraban hasta hace poco, ahora, sin embargo, los miro y veo dos prodigios capaces de trasladarme de un sitio a otro; pueden cargar conmigo durante horas y llevarme tan lejos como yo quiera.
Tal vez porque están en la parte inferior son, por lo general, los grandes olvidados y, sin embargo, nada hay más placentero que un masaje en los pies, ¿por qué, entonces, solo les hacemos caso para pintarnos las uñas?
¿Y qué me dices de la espalda? ¿Piensas en ella si no te duele? Yo tampoco, sin embargo es el cimiento de nuestra casa, nuestra base troncal. ¿Y qué hacemos nosotros? Nos pasamos horas sentados de cualquier manera o de pie (depende de nuestro trabajo), la cargamos con peso, con las tensiones laborales y/o personales, el estrés, las preocupaciones, el exceso de ejercicio… no es extraño que casi todo el mundo padezca dolor de espalda.
Por todo ello hacía meses que quería hacer pilates, creo que es hora de atender a cada músculo, de aprender los distintos tipos de respiraciones (que tampoco sé ejecutarlas), destensar la espalda… en definitiva, dedicar tiempo a agradecer por su trabajo a cada músculo y ayudarle a descansar; era urgente y necesario.
Quiero habitar esta casa durante mucho tiempo y que esté en las mejores condiciones posibles, quiero que me acoja con alegría y que esté contenta de que yo sea su dueña.
Por eso tenía tantas ganas de hacer pilates y por eso, hace mucho tiempo que vigilo mis posturas, esfuerzos y excesos.
Por eso quería compartir hoy contigo esta reflexión, ¿conoces tu casa, la estás cuidando? Si la respuesta es NO, por favor, recuerda que lleva albergándote más de 50 años, se merece que la mimes, que la atiendas y te preocupes por ella más allá de su fachada, de lo contrario se derrumbará.
Ahora que estarás o vas a estar en breve de vacaciones es un buen momento para la lectura. Me permito aconsejarte un libro que te descubrirá muchas cosas sobre tu cuerpo.
“El cuerpo tiene sus razones” de Thérèse Bertherat y Carol Bernstein.
Disfruta de tus vacaciones… y de tu casa.
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