Ayer hablaba con una amiga de la infancia a la que pregunté si utilizaba las Redes Sociales, para poder agregarla y enviarle noticias periódicas. Me contestó que no. No tenía porque no le encontraba el uso, ni nada positivo. Le comenté que gracias a ello, yo había podido encontrar a amigos de infancia, viviendo en otros países y compartiendo experiencias. Es entonces cuando le encontró lo positivo. Le hice ver además que si lo usaba como empresa, podía además llegar a cientos, miles de personas sin haber tenido que invertir capital, simplemente haciendo eco de ingenio, simpatía y que recorran tu voz.
Para mí no hay duda ante si me preguntan ¿Redes Sociales sí o no? Por supuesto que SI. Sólo le veo ventajas. Pero utilizándolas con cabeza y responsabilidad pues en sentido contrario pueden convertirse en un serio problema. El uso indebido de las mismas y no respetar la privacidad de los demás, puede ser un accidente, mancha negra hacia tu persona o las personas que difundas.
Reitero que para las empresas se ha podido convertir en una oportunidad a la hora de mejorar sus negocios, su imagen, sus contactos, su publicidad, su marketing, conectándose globalmente con clientes, trabajadores, distribuidores afianzando sus alianzas y generando unos excelentes resultados.
Poder tomar ideas de los participantes de dicha red, haciéndoles ver lo importantes que son para la compañía y haciéndoles sentir útiles, ¡pues lo son! no hay valor que lo supere.
Redes sociales son nuestra era, la era del conocimiento, del compartir información en tiempo real, de nuestro viaje, nuestras fotos, pero ¿sabemos hasta donde es lo correcto? ¿Compartimos sabiendo a quien? ¿Mostramos fotos de nuestros menores? ¿Saliendo de llamativos vehículos? ¿Indicamos si estamos o no en casa? ¿Hasta donde la red social es una puerta abierta de nuestra intimidad y quien se para a pensar en ello?
Debemos encontrar el equilibrio entre el deseo de comunicación y el respeto a nuestra intimidad y a la de los demás.
Existen una serie de medidas que podemos ir adoptando. Ya que el concepto de web 2.0, al que pertenecen las Redes Sociales, está “construido” por los propios usuarios de Internet (hablar del concepto 2.0 supone hablar de la interacción de los usuarios con la Red Social en cuestión, en el caso que nos ocupa, puesto que son ellos los que aportan el contenido en sí y, por tanto, lo hacen atractivo); también deben ser los propios usuarios los que se pongan los límites.
Y es que ya que el propio concepto de Red Social conlleva una cierta renuncia a la intimidad, entre todos debemos de hacer que esa renuncia sea lo más mínima posible, que sea ínfima.
Para ello, es necesario cumplir con una serie de recomendaciones básicas, tales como:
1. Configurar el perfil con el mayor grado de privacidad. Lo mejor es facilitar la información imprescindible.
2. Leer el aviso legal y la política de privacidad. Conocer a quién entrego mis datos y si puedo reclamar.
3. No agregar usuarios de forma compulsiva. No lo conoces. No lo aceptes.
4. Comprobar que, efectivamente, ese conocido que quiere ser tu amigo, sea la persona que conoces y no otra suplantando su identidad.
5. No añadir a gente totalmente desconocida simplemente por el hecho de conocer a gente en común. En muchos casos aquello de “los amigos de mis amigos, son mis amigos”; no nos vale, estoy convencida que ni los conoce tu propio amigo.
6. Restringir el acceso a fotos personales. Y menos en compañía de terceras personas sin haberlas avisado. Y menos con menores. Y menos comprometidas. (hablaré en otro post de algunos casos que han tenido mucha repercusión por las fotos en las Redes Sociales)
7. Por supuesto ante cualquier anomalía (por ejemplo, la publicación de una foto sin nuestro consentimiento), es preciso informar a los moderadores.
Toda precaución siempre es poca. No seas en Internet lo que no haces en la calle.
Nuria Cuevas